lunes, 22 de noviembre de 2010

HERNIA INGUINAL, CUIDADO CON LOS ESFUERZOS

Obesidad, embarazo, levantar mucho peso y hacer esfuerzos para defecar pueden ocasionar que el intestino traspase una zona débil ubicada entre el músculo abdominal e ingle y forme protuberancia dolorosa llamada hernia inguinal, la cual debe tratarse de inmediato.

Se puede decir que un paciente con hernia corre peligro cuando el órgano que está formando la prominencia (en este caso el intestino) comienza a ser oprimido por el espacio donde salió, lo que deriva en insuficiente aporte de sangre y obstrucción de sus funciones. Lo anterior representa una emergencia médica, por lo que es necesario aprender a identificar sus síntomas y buscar ayuda a la brevedad en caso de que se presenten.

Las molestias incluyen:

  • Abultamiento en ingle (cerca del muslo).
  • Dolor leve o fuerte.
  • Fiebre.
  • Obstrucción parcial o completa del intestino (retención de heces).

¿Qué hacer?

Una vez que el paciente manifiesta los malestares antes referidos es muy importante que acuda cuanto antes al gastroenterólogo, quien ante los signos que presenta el paciente confirmará el diagnóstico mediante exploración física. Cabe destacar que en ocasiones se considera conveniente solicitar estudios de rayos X, a través de los cuales es posible apreciar tejidos y órganos para ver si hay algún bloqueo en el intestino.

Asimismo, es preciso tomar en cuenta la intensidad de los síntomas, ya que ello puede indicar si el paciente está sufriendo algún inconveniente.

Los cuadros clínicos más comunes son:

  • No complicada. Al ser palpada se hunde sin ningún problema por el orificio por el que salió.
  • Incarcerada. No retorna al lugar por donde afloró cuando paciente o doctor intentan hacerlo y es muy dolorosa.
  • Estrangulada. Tampoco es posible regresarla por el orificio por donde brotó, está comprimida y sufre deficiente circulación sanguínea, problema que puede derivar en muerte intestinal y perforación.

El tratamiento de la hernia inguinal siempre es quirúrgico, pero la técnica empleada será determinada con base en lo siguiente:

  • Edad.
  • Estado general de salud.
  • Historia médica.
  • Avance del problema.
  • Tolerancia a determinados medicamentos, procedimientos o terapias.
  • Opinión del paciente.

Una vez que el cirujano valora los datos anteriores decide si la cirugía, llamada hernioplastia, será abierta (método convencional) o laparoscópica (mediante la inserción de tubos y diminuta cámara), pero de cualquier forma es importante saber que esta intervención tiene como fin reintroducir el intestino y reforzar la pared inguinal con una malla especial o tejidos del propio paciente.

Ahora bien, en caso que el órgano que formaba la hernia se encuentre retorcido o si hay heces atrapadas será necesario extirpar una parte de éste, procedimiento conocido como resección intestinal.

Los riesgos que pudiera representar esta intervención quirúrgica no difieren mucho de los de otras cirugías. Entre ellos se encuentran:

  • Reacciones adversas a la anestesia.
  • Problemas respiratorios.
  • Hemorragias.
  • Infecciones.

Después de la cirugía se recomienda tener movimientos suaves, pero no hay que levantar cosas pesadas ni hacer esfuerzos, ya que se podría abrir la herida; asimismo, el paciente no se debe bañar en los primeros cinco días, ya que al mojar la herida se pueden deshacer los puntos de sutura antes de lo previsto y, por ende, presentarse rotura de la piel.

Como puede ver, es indispensable que en cuanto se detecta alguna prominencia, aunque no vaya acompañada de dolor intenso, acuda inmediatamente al gastroenterólogo, de esta manera evitará complicaciones que pueden poner en riesgo su vida. Recuerde que ante todo está la prevención, así que evite los esfuerzos, procure incluir en su dieta gran cantidad de frutas, verduras, cereales y agua (para combatir el estreñimiento) y si presenta obesidad o sobrepeso busque asesoría del nutriólogo.

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